Cuando la francesa BlaBlaCar, que desarrolla una plataforma para compartir viajes en coche, decide dar el salto internacional, mira a España. Es su mercado internacional más propicio. Pero, ¿a quién encargarle la tarea de desarrollar la estrategia de expansión? Vincent Rosso era un emprendedor galo con años de experiencia en el ecosistema emprendedor español.
En diciembre de 2009, con más de 200.000 usuarios en Francia, pulsaba el botón para lanzar la web. Se inauguraba una primera etapa con dos objetivos: adaptar la tecnología al mercado español y configurar la proposición de marca para este nuevo territorio. “Queríamos posicionarlo como un producto que no tuviera que ver con la idea negativa del autoestop”, reconoce.
A estos primeros propósitos tuvo que enfrentarse en solitario. Durante los dos primeros años no había equipo local más que él mismo. “No fue fácil, porque no tienes compañeros con los que estar y además era difícil convencer a la gente para que creyera en el proyecto y en la idea”, resalta. Fueron dos primeras barreras que no le impidieron llevar a cabo una labor más de emprendedor que de directivo al uso. Reconoce que tuvo libertad suficiente para tomar decisiones locales.“Lo tuve más fácil que los países que ahora se suman... Ahora es un producto único y casi igual... Antes pude adaptarlo”, admite.
Todo su trabajo estaba centrado en hacer crecer la base de usuarios y perfeccionar el producto. El debate sobre la regulación de su actividad, contra la que han clamado las empresas de transporte de viajeros incluso en los tribunales, no existió. No había mercado y, por tanto, su tamaño no era una preocupación. Casi cinco años después, sí que lo fue. Pero en julio de 2014 dio el salto como responsable no sólo de España, sino también de Portugal.
En este tiempo, su balance como emprendedor es más que positivo. “Es la mejor experiencia profesional que alguien puede tener”, afirma Rosso con rotundidad. Y señala las dos claves que, para él, fueron fundamentales a la hora de desarrollar su trabajo: la perseverancia para no abandonar antes de lograr la maduración del proyecto y la flexibilidad para escuchar al mercado y adaptarse a él.